El imaginario colectivo vincula la provincia de Alicante con una estampa idílica de playas de arena dorada y calas recónditas. Una historia labrada por culturas propias y extrañas. Una gastronomía tan variada como hedonista. Y, cómo no, un inquietante paisaje árido y agreste donde encontramos también campos de aceitunas para extraer el zumo de nuestro aceite de oliva virgen extra.
Lo cierto es que, en líneas generales, esta percepción no está muy alejada de la realidad. Sin embargo, con solo indagar un poco, podemos descubrir que estas tierras ocultan otros muchos tesoros, como la infinidad de recursos naturales que salpican su orografía por rincones aún por explorar.
Cuando nos alejamos de la costa y nos adentramos en el interior, aquí y allá afloran auténticos oasis de vida, con un gran valor medioambiental casi siempre protegido por las autoridades locales. Entre estos reductos, sobresalen por su rica fauna y, especialmente, por su abundante flora, los Parques Naturales de la Font Roja y de la Sierra de Mariola, donde está enclavada nuestra Masía el Altet.
Asomados al Mediterráneo, del que apenas les separan 30 kilómetros en línea recta, y a una altitud comprendida entre los 800 y los 1390 metros, los pinos, las encinas, las sabinas rastreras, los enebros espinosos, los fresnos, los arces, los quejigos y otras tantas especies conviven impasibles al paso del tiempo desde hace siglos.
A sus pies, alfombrando los suelos pedregosos que se deslizan hacia pequeños valles por las laderas de colinas y promontorios, conviven infinidad de plantas medicinales y hierbas aromáticas. Ajedrea, brezo, espino blanco, lavanda, hinojo, hierba de San Juan, melisa, orégano, tomillo, salvia, espino cerval, camedrios… Son tantas que, después de haber catalogado más de 1.200 variedades, la comunidad botánica no duda a la hora de calificar esta zona privilegiada como la reserva natural más rica en plantas medicinales y hierbas aromáticas del mundo.
Y eso no es todo. Desde tiempos inmemoriales, a la explosión de colores y aromas que impregnan el ambiente según la estación del año se suman también los que aporta el olivo. Este árbol, tan Mediterráneo como arraigado a este entorno único, no solo ha sabido acostumbrarse a los inviernos fríos y veranos templados que regulan el clima de la zona. Además, ha sabido aprovechar la amplitud térmica que define su día a día y transformarla en un mayor aporte de polifenoles a los aceites de oliva virgen extra que de sus frutos extrae Masía el Altet desde hace generaciones y que han conseguido que estén catalogados como los mejores aceites de oliva virgen extra del mundo.